Viejo coche, que cuando era un muchacho calavera de madrugada ocupé... Si por pura fantasía de la milonga salía y a Palermo me tiré. Eras nuevo y lustroso y tu buen caballo brioso por el centro te lució. ¡Viejo coche, quién diría, que a la larga rodarías como también rodé yo! Te acordás de aquella noche cochero que me quisiste, qué contento te pusiste porque un cariño encontré. Y aquella otra que apenado me dijiste: "Vea, niño, hace un rato su cariño en otro coche se fue". De mis pilchas, te pasaba de aquellas que ya no usaba, toda ropa de valor. Si una fija me corría muchas veces, si podía, te llevaba un ganador. Donde quiera que paraba a tomar te convidaba a mi lado un copetín. Yo tenía mucho vento, vos sabés que eso no es cuento ni me dejarás mentir. Y el pasado me ha quedado como un recuerdo grabado de mis éxitos de ayer. ¡Pero abierta está la herida de la leyenda fngida que me contó esa mujer! Como vos, viejo cochero, resignado sólo espero lo que la suerte dirá. Esperando que la vida eche su última partida para poderla copar. Ya después en la carpeta, al llegar la madrugada, vos estabas de parada para llevarme a dormir. Y al tranco de tu caballo, ya también viejo y cansado, éramos naipes marcados en el monte del vivir.