Nadie comprende lo que sufro yo, tanto, pues ya no puedo sollozar, solo, temblando de ansiedad estoy, todos me miran y se van. Mujer, si puedes tú con Dios hablar, pregúntale si yo alguna vez te he dejado de adorar. Al mar, espejo de mi corazón, las veces que me ha visto llorar, la perfidia de tu amor. Te he buscado donde quiera que yo voy y no te puedo hallar, para que quiero otros labios si tu boca no me quiere ya besar. Y tú, quién sabe por donde andarás, quién sabe que aventuras tendrás, qué lejos estás de mí.