Un adiós al viejo terraplén, a la caída libre, a los durmientes Y a las rompientes. A un mundo negro de aceros afilados y en mi costado la marca fiera la marca de regalo. Un corazón quemado en tazón aceite hirviendo veneno ardiendo el tiempo cura cerrando cicatrices secando las narices el tiempo cura y a nada disimula. Tu luz encenderá mi luz y así, podremos desplegar las alas Partir a fuerza de partir ¡marchemos, hasta donde nos dan las ganas! Le digo adiós a los decretos secretos y traiciones, al aire enrarecido al cuerpo entumecido, a las inquietas vanidades, a los manjares de tramas y mentiras solo un adiós. A todo lo que aturde, a lo que aburre, a los resabios, a las palabras necias, a la dureza, al ser blanco de estiletes, a los olvidos, a todo digo adiós. Aquí yo me despido. Dejé mi huella presente en la memoria dejé mi alma en cada simple historia el tiempo cura. Tu luz encenderá mi luz y así, podremos desplegar las alas Partir a fuerza de partir ¡marchemos, hasta donde nos dan las ganas! Tu luz encenderá mi luz y así, podremos desplegar las alas Partir a fuerza de partir ¡marchemos, hasta donde nos dan las ganas! Adiós a la tempestad a los silencios en la soledad a la espesa mirada Que ríe en la oscuridad. Supe caer y morir oxidando el camino a seguir Supe que llego al final dejándome ir.