Tú que has tenido la rara fortuna De conocer El corazón a la luz de la luna De mi mujer, Tú, que supiste cogerle el tranquillo A sus abrazos, Más de una vez te adivino en el brillo De sus ojazos. Aunque el ensueño se vista de seda No me entusiasma Cuando en la noche una sábana enreda Y es tu fantasma. Cuando descubre caricias ajenas Sobre mi piel, Ella, en lugar de cortarse las venas, Me es muy infiel Y, aunque a mi lado fielmente regresa Porque es muy buena, Puede también darme alguna sorpresa Si hay luna llena. Que si el amante de turno es despierto Y no un capullo Ella se instala un buen rato en su huerto Mientras yo aúllo. Si el astro loco preside el paisaje Nada es soez E igual que a ella le viste de encaje Su desnudez Da un espectáculo resplandeciente De un simple falo, Lo magnifíca románticamente Bajo su halo. Y ella lo ve cual si fuera una alhaja Y lo acaricia Y, pues la luna es de quien la trabaja, Se hace justicia. Pero después viene el cuarto menguante, Quieras que no Desmereciendo con ello el amante, Compréndelo, Entonces ella me busca por bares De cara oculta Y vuelvo a ser el primus inter pares, Ella me indulta. Y eso fue todo y se acuesta a mi lado Junto a la lumbre, Al calorcillo del fuego sagrado De la costumbre. Yo, que de otras no soy el marido, Fíjate tú, Echo de menos el tenso latido Del "amour fou", Pero ese amor pasa por avatares Bastante extraños Cuando a pesar de todos los pesares Pasa los años. Y yo lo tuve y está en mi cabeza, Nunca lo olvido, Y... para qué voy a hablar de belleza, Tú la has tenido. Tú la has tenido, la rara fortuna De conocer El corazón a la luz de la luna De mi mujer, Tú que supiste cogerle el tranquillo A sus abrazos. Más de una vez te adivino en el brillo De sus ojazos. Cuando en la noche una sábana enreda Y es tu fantasma Aunque el ensueño se vista de seda No me entusiasma.