Estamos prisioneros, carcelero. Yo de estos torpes barrotes, ¡Tú del miedo! A dónde vas, que no vienes conmigo a empujar la puerta, no hay campanario que suene Bis: como el río de allá fuera. Como el que se prende fuego, andan los presos del miedo, de nada vale que corran, Bis: si el incendio va con éllos. No sé. No recuerdo bien qué quería el carcelero, creo que una copla mía Bis: para aguantarse el silencio. No hay quien le compre la suerte, al dueño de los candados, murió con un ojo abierto Bis: y nadie pudo cerrarlo. Le regalé una paloma al hijo del carcelero; cuentan que la dejó ir, tan sólo por verle el vuelo. Bis: ¡Qué hermoso va a ser el mundo del hijo del carcelero! Es cierto, muchos callaron cuando yo fui detenido, vaya con la diferencia, Bis: yo preso, ellos sometidos.