Vos lo dijiste, nuestro amor fue desde siempre un niño muerto. Solo de a ratos parecía que iba a vivir, que iba a vencernos. Pero los dos fuimos tan fuertes que lo dejamos sin su sangre, sin su futuro, sin su cielo. Un niño muerto, solo eso. Maravilloso y condenado. Tal vez tuviera una sonrisa como la tuya, dulce y honda. Tal vez tuviera un alma triste como mi alma, poca cosa. Tal vez aprendiera con el tiempo a desplegarse, a usar el mundo. Pero los niños que así vienen, muertos de amor, muertos de miedo, tienen tan grande el corazón que se destruyen sin saberlo Vos lo dijiste, nuestro amor fue desde siempre un niño muerto. Y qué verdad dura y sin sombra. Qué verdad fácil y que pena. Yo imaginaba que era un niño y era tan solo un niño muerto. Ahora qué queda. Solo queda venir la fe. Que recordemos lo que pudimos haber sido para él, que no pudo ser nuestro. Qué más. Acaso cuando llegue un 23 de abril y abismo vos donde estés llevale flores que yo también iré contigo.