Otra vez el huracán conoce su conciencia, como le pasó a Juan el super «qué dirán», la culpa destilada en cubas de roble, y las palabritas que ahora resultan demasiado nobles, y el dedo que lo acusa, todo es al pedo, cómo preparar una confesión si sólo fue animalización. Somos resultado de la suma de sangre y espuma, de las ganas contenidas de garchar de nuestros anteriores. ¿Qué honores esperan los animales al hacerse cargo del asco de la sociedad? de lo más prohibido. Nadie los va a aplaudir, ojalá los ensucie el olvido. Se dan cuenta, pero prefieren reír que llorar, sacar pecho de vampiro, o pegarse un tiro, o no, o no… Debe ser el corte, ese nuevo corte careta, debe ser la anfeta, una conveniente conclusión para una canción.