Nace el hombre en este mundo remanyao por el destino, Y prosigue su camino muy confiado del rigor, Sin pensar que la inclemencia de la vida sin amor, Va enredando su existencia en los tientos del dolor. Pero llega que un momento se da cuenta de su suerte, Y se amarga hasta la muerte sin tener ya salvacin, Pues comprende que la vida fue tan slo un metejn Al perder la fe querida de su pobre corazn. Me da pena confesarlo, pero es triste, qu canejo! El venirse tan abajo, derrotao y para viejo; No es de hombre lamentarse pero al ver cmo me alejo, Sin poderlo remediar yo lloro sin querer... llorar. Si no fuera que el recuerdo de mi madre tan querida Me acollara en esta vida con sentida devocin, No era yo quien aguantaba esta triste situacin, Ni el que as se contemplaba sin abrirse el corazn. Pero hay cosas, compaero, que ninguno las comprende, Uno a veces se defiende del dolor para vivir, Como aquel que haciendo alarde de coraje en el sufrir No se mata de cobarde por temor de no morir.