Sonrisas bajo el brazo y pena en el corazón, cerillas y tabaco se venden en un rincón, cerillas y tabaco se venden en un rincón. La oigo cantar: ¡cerillas y papel! y toma sorbo a sorbo su café y mira sin hablar y piensa sin saber, por qué llego a este mundo, y para qué. Y su pregunta, voló de mesa en mesa sin respuesta quedándose dormida tras la puerta, por si alguien quiere un día contestar. Y yo la miro... y quiero recordarla tal como era yo quiero hablar de aquella tabaquera, que un día en la taberna me miró. De joven tuvo amores con un apuesto señor pero voló tan alto que un día ya no volvió, pero voló tan alto que un día ya no volvió. Y le dejó cerillas y papel, y todo un testamento por hacer; riquezas por ganar, y sedas por tejer, y un bello rinconcito en un café... Y una pregunta, que va de mesa en mesa sin respuesta; y que quedó dormida tras las puerta por si alguien quiere un día contestar. Y yo la miro... y quiero recordarla tal como era; yo quiero hablar de aquella tabaquera, que un día en la taberna me miró.