Bebe el agua que brota de tu propia fuente y no busques saciarte en otra corriente que solo traerá tristeza a tu corazón; No codicies la plata ni la tierra ajena y no tientes al lobo cuando hay luna llena porque él no tendrá compasión de ti; Nunca culpes al cielo de tu situación ni pretendas ser otro en tu imaginación, sé más sabio y acepta el molde de tu condición; Y no entierres la mina que se te entregó, aprovecha los días que tu Dios te dio y celebra a cada amanecer del Sol. No edifiques tu casa sin antes pararte a pensar si en tu mano tienes suficiente para comenzar y llegar hasta el final; No provoques la lucha contra tu enemigo si no has calculado quién está contigo y cuantos vendrán a combatirte a ti; Nunca frunzas el ceño para perdonar y no tires la piedra en primer lugar, ni desvíes jamás la vista por decir la verdad; Prueba a ser más sencillo, mira alrededor, agradece la lluvia, planta alguna flor, y pellízcate al sentir la luz del sol. Y si llegas a tropezar en tu camino, no escondas la cara, aunque hayas caído, tendrás que aprender, para recomenzar; que es mejor ser honesto y empezar de cero, que urdir un atajo por llegar primero, y a Dios no podrás engañarle jamás; Y si buscas primero el Reino de los Cielos verás añadidos todos tus deseos, y aún en la noche oscura de tu corazón, brillarás como el oro puro de verdad, como el águila en vuelo te remontarás, volverás a ver brillar la luz del sol.