Cuando el sol se inclinaba, lo encontré, en un rancho sombrío, de Lonquén, en un rancho de pobres, lo encontré, cuando el sol se inclinaba, en Lonquén. Sus manos siendo tan viejas eran fuertes pa' trenzar, eran rudas y eran tiernas con el cuero 'el animal. El lazo como serpiente se enroscaba en el nogal y en cada lazo la huella de su vida y de su pan. Cuánto tiempo hay en sus manos y en su apagado mirar. Y nadie ha dicho: está bueno, ya no debes trabajar. Las sombras vienen laceando la ultima luz del día, el viejo trenza unos versos pa' maniatar la alegría. Sus lazos han recorrido sur y norte, cerro y mar, pero el viejo la distancia nunca la supo explicar. Su vida deja en los lazos aferrados al nogal, después llegará la muerte y también lo laceará. Qué importa si el lazo es firme y dura la eternidad, laceando por algún campo el viejo descansará. Cuando el sol se inclinaba, lo encontré, en un rancho sombrío de Lonquén, en un rancho de pobres lo encontré, cuando el sol se inclinaba en Lonquén.