Anoche fue la orquesta a despedir el río, la fauna y la floresta del pueblecito mío. Los vivos se mezclaban con los fantasmas viejos. Los árboles lloraban su natural espejo. Cocuyito Cocuyano parpadeando de sed. Anoche un aguacero bajó a besar la herida donde dormían luceros cuando corría la vida. A punto de estar vivos rondaban transparentes biajacas y catibos, a pesar de la gente que crecía y olvidaba el don de agradecer. Anoche fue la orquesta y, mientras llovía, la luna reía soñando otra vez. Anoche fue la orquesta de la naturaleza a detener la siesta, a encocuyar cabezas con relámpagos de infancia y humedad de niñez. Sortilegio de semejanza, sortilegio como el rocío sortilegio de la esperanza sortilegio para mi río.