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Coplas para un Cantor

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  • 2016.09.16
  • 9:22
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歌詞

¿Por dónde vaga tu alma, viejo amigo cantor? ¿Dónde descansa tu cuerpo para llevarte una flor? Una flor. Afuera llueve, y hay una cuerda, tensa, que suena una nota larga, y yo escribo. A veces pienso que el tiempo, hermano de los caminos, en una copa de vino puede de salirme al encuentro y así jugar que estoy vivo y echar a andar copla adentro. Y se emborracha la noche, y la razón se emborracha, y un calor de la garganta se me sale por los ojos y una lágrima me canta y canta mi canto solo. Hay quien aprendió, un día, a jugar con las estrellas, y a contarlas de modo singular, y allí tal vez, en una de ellas su cantar. Dicen que nadie puede oponerse a los destinos, que el hombre no elige los caminos, sencillamente allí están y hay que decidir entre este, aquel, aquel o cual. Y es difícil la elección para quien nunca acometió tarea semejante. Pero hay que echar a andar, sin desmayar, siempre adelante. Y salta la canción, vuela una pluma, es un pájaro, flecha, disparado a hacer blanco en medio de la luna, destinado. Y hay un hermano que canta, y quien recuerda. Pero el valor no está en saber el canto sino en darlo. No importa a quien, no importa cuando. Y hay que decir, y hay que cantar, y hay que vivir para contar, para contar Yo te conocí, allá en mi tierra Sur, lleno de lluvia, sombrero y manta, de poncho negro, guitarra blanca, blanca. Venía desde el Norte, me contó, del Perú y de tanto Neruda y Machu Pichu traía en los ojos una luz que hasta el día de hoy aún no he visto. Y cantó, con esa voz que tú conoces, de esas que se dan de tarde en tarde, de esas, de esas voces. Canto. Yo no canto por cantar ni por tener buena voz. Canto porque la guitarra tiene sentido y razón. Recitado. Este invierno fue muy frío y mucha gente se murió, de él, sin pan, con una esperanza en la mirada nada más. Es hondo el silencio de los pobres, sin hablar, con apenas una lágrima salobre, nada más. Elegidos son todos los cantores, pero tú ya no estás, ¿O sí? Tal vez por eso este invierno, aquí en mi casa, fue de canto, de pan y de raíz. Canto. Yo no canto por cantar ni por tener buena voz. Canto porque la guitarra tiene sentido y razón. Hermano pájaro, paloma, canto, copla, cielo, tú, y una esperanza, sola. Dicen que el agua se llevó un niño en el Mapocho. De esos que viven bajo los puentes, de esos que nacen solos. De esos que juegan con el río, y con la muerte, de esos que yo conozco. ¿Y qué quedó, de él, después de muerto?¿ Algún ojo aprendió como es su cara? ¿Alguna mano tiene una caricia, por ahí, para el amor, niño, guardada? Sin embargo, si buscas en los libros, en el suave rasguear de una guitarra, o en la voz de algún cantor desconocido encontrarás todo el amor que te hace falta. Tiempo de copla que voló. Tiempo de tiempos. Tiempo de amigos, que pasó, en otro tiempo. Pero el día no muere y nace otro cantor, en otro día, con otro sol y otras pupilas. Y nos juntamos, hoy, y en homenaje a todos los cantores que se fueron pulsamos las guitarras y cantamos intentando interpretar tanto silencio. Y alguien dirá: "Allí están, de nuevo, todos juntos, cometiendo el delito de cantar" pero importa, muy poco, lo que ocurra, no hay maldad en el canto de los pueblos por eso se siente y no se oculta y se dice con orgullo y con respeto. Ser cantor es un don, maravilloso, que le ha dado Dios a algunos seres, no importa, entonces, el insulto rencoroso si el arte del cantor todo lo puede. Como llevar, al alma, la alegría. Como llevar la paz donde la guerra. Como poner la luz del nuevo día en una flor nacida de la tierra. Yo te conocí, allá en mi tierra Sur, lleno de lluvia, cuando no sabía que tendría que cantar y preguntar, cuando no conocía, del mundo, más que el agua de mi pequeño río, y navegar. Y heme aquí, hoy, con mi guitarra, con esta gente que ha venido a oír, conversando de estas cosas que, en el alma, no se pueden guardar, deben salir. ¿Es, este, el destino de los hombres? Yo pienso que debe ser así. Tal vez por eso me siento más tranquilo y, a lo mejor, un poco más feliz. Yo también soy cantor, y de esperanzas, y creo en el trabajo y el amor, en la cuerda, tensa, a la distancia y en la nota que suena en cada voz. Yo también soy cantor y estoy cumpliendo mi papel de coplero, eterno y vivo, tengo un hijo que ya está descubriendo, del canto y la guitarra, los caminos. Y así se van y se van multiplicando las palabras, la música, la vida, esta fiesta se acaba, aquí, y nos vamos con el dulce sabor de alguna lágrima con todo lo que este acto significa, con la eterna luz, de la esperanza, y la magia, final, de una sonrisa. Con el dulce sabor de alguna lágrima con todo lo que este acto significa, con la eterna luz, de la esperanza, y la magia, final, de tu sonrisa. a que tendría que cantar y preguntar, cuando no conocía, del mundo, más que el agua de mi pequeño río y navegar. Yo te conocí, allá en mi tierra Sur, lleno de lluvia, sombrero y manta, de poncho negro, guitarra blanca, blanca. Venía desde el Norte, me contó, del Perú y de tanto Neruda y Machu Pichu

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