Si me pides el mar en una copa, niña, lo tendrás; pero no insinúes qué será de mi al amanecer. Perdí el último tren por correr ciego tras un deseo; aunque tengo muy claro siempre, a quién he de tener en frente. Sopla el viento en mi espalda, él me guiará. Por necesidad rebelde, lucha sin final. Siempre en el camino deseando llegar a un lugar distinto y mejor. Y una vez allí - ¡maldita sea! - muevo el culo y escapo otra vez.