¡No estás! Te busco y ya no estás. Espina de la espera que lastima más y más... Gritar tu nombre enamorado. Desear tus labios despintados, como luego de besarlos... ¡No estás! Te busco y ya no estás. ¡Qué largas son las horas ahora que no estás!... Qué ganas de encontrarte después de tantas noches. Qué ganas de abrazarte, ¡qué falta que me haces!... Si vieras que ternura que tengo para darte, capaz de hacer un mundo y dártelo después. Y entonces, si te encuentro, seremos nuevamente, desesperadamente, los dos para los dos.