Yo tenía una negrita que la amaba y la quería, un día la vi llorando sin saber lo que tenía. Esta negrita diabla, caramba, se metió un día a la casa del otro, caramba, que ella tenía. Que ella tenía, ay sí, caramba, negra chinchosa, ya no te estoy queriendo, caramba, por veleidosa. Esta negrita astuta, caramba, vendía fruta.