¡Por favor, lárgueme agente! No me haga pasar vergüenza. Yo soy un hombre decente, se lo puedo garantir. He tenido un mal momento al toparme a esa malvada, mas no pienso hacerle nada, ¡Para qué! Ya se ha muerto para mí. Un tropezón cualquiera da en la vida, y el corazón aprende así a vivir. D'entre su barro la saqué un día y con amor la quise hasta mi altar. Pero bien dicen que la cabra al monte tira y una vez más razón tuvo el refrán. Fui un gran otario para esos vivos, pobres donjuanes de cabaret, fui un gran otario porque la quise como ellos nunca podrán querer. Lléveme nomás agente, es mejor que no me largue. No quiera Dios que me amargue recordando su traición. Y olvidándome de todo a mi corazón me entregue y al volverla a ver me ciegue, y ahí nomás... ¡Lléveme, será mejor!