No me gusta andar con vivos y a los giles les doy pase a los otros si es preciso los atiendo y se acabó. Si la mala se encabrita me la aguanto hasta que amanse y aunque siempre hay un amigo, curo a solas mi dolor. Me enseñó la mala racha que la suerte es mina ilusa, Que, al final, se queda siempre con aquel que está grillao. Y aprendí en los desencantos, que si afloja el de la zurda, es mejor que te amasijes porque al fin irás palmao. Aunque seas bien derecho si andas seco te dan pifia. Trabajando sos cualquiera y afanando sos señor. Porque, al fin, hasta la grela que comparte tu cobija cuando ve mangos en fila solo piensa "¿cuántos son?". Además, nadie pregunta de que "lao" llegó la buena, la importancia está en los mangos aunque salgan de lo peor. Y aprendes al triste precio de tu credo en esta feria que ni tiñe la vergüenza, ni la guita tiene honor. Me enseñaron los amigos que estas firme si hay rebusque, aprendí de los extraños que hay que abrirse del favor. Y la vez, que por humano le di cuarta a un gil "cualunque", me dejó en la puerca vía sin confianza y sin colchón. Los demás te ven sacando por la pinta, como al naipe, y al marcarte "gil en puerta", pregonando que hay amor, te saquean hasta el alma y después te dan el raje... ¡Pero nadie mira nunca que tenés un corazón!