No quiero decir tu nombre porque te puedes llamar, María, Juana, Rosa del Sur. Compañera repartida en limpio trozo de pan, de mano siempre amiga, siempre te vuelvo a encontrar. Quiero cantarte una copla, que te haga justicia, muchacha del Sur. Quiero llenarte de versos, jugar al olvido bajo un cielo azul. Limpia de viejos dolores hoy te has convertido en camino de luz. /Quiero, en mi canto de cobre, aunque no te nombre saber que eres tú/ bis. Recitado. Eterna pasajera de la luz y de la sombra. Con una horrible herida, entre los pechos, por donde se te escapa, dulcemente, la vida. Te he encontrado en Italia, en Mozambique, en Hungría, siempre mirando hacia el Sur, con la esperanza viva. /¿Cómo te llamas, muchacha? ¿Cómo te llamas?/ bis. Quiero cantarte una copla, que te haga justicia, muchacha del Sur. Quiero vestirte de novia, jugar al olvido bajo un cielo azul. Limpia de viejos dolores hoy te has convertido en camino de luz. /Quiero, en mi canto de cobre, aunque no te nombre saber que eres tú/ bis. /¿Cómo te llamas, muchacha? ¿Cómo te llamas?/ bis. /¿Cómo te llamas, muchacha? ¿Cómo te llamas?/ bis. /¿Cómo te llamas, muchacha? ¿Cómo te llamas?/ bis, etc.