Mirá mi negra, si un día la suerte me abre el candao te juro que de cambiao ni vos me conocerías. Ni más hombre de averías, ni escolaso, ni almacén, pa' no seguir este tren de andar pasándola en cana porque el día de mañana quiero ser hombre de bien. Un nuevo sol y otra vida vendrán a abrirme el portón pa' alumbrar mi corazón perdido en malas partidas. Mientras tanto en la guarida de mi encierro desolao voy contando arrinconao las horas de mi gayola. Porque te he dejao tan sola cuando más me has precisao. Sé bien que pronto un purrete irá a adornar el bulín y yo con gran berretín ya le preparo el juguete. Ni bien salga de este brete tendré patente de honor y olvidando el resquemor de mis andanzas compadres voy a abrir mi alma de padre pa'l purrete de mi flor. Así terminó el malevo su carta sentimental deseando purgar su mal pa' oficiarla de hombre nuevo. Y cuando llegó el relevo y se le puso a su lao le dijo al uniformao, poniendo el sobre en sus manos: "Por favor, guardián hermano, mándelo certificao."