La luna lunera jugaba a ser farola, perfilando dos sombras en el callejón, que voraces y temblorosas, se fundieron en una. Así todo empezó buscando calor. Y la luna lunera se murió de envidia. Pasaron dos años, y ellos de aburrimiento, lo que empezó con violines acabó a cañonazos. Vámonos a otro sitio, mi cielo, donde no nos mate el amor. La luna lunera bailaba en los tejados, acariciando sombras en el callejón, que voraces y temblorosas, se fundieron en una. Así todo empezó buscando calor. Y la luna lunera se murió de envidia. Pasaron dos años, y ellos de aburrimiento, lo que empezó con violines acabó a cañonazos. Vámonos a otro sitio, mi cielo, donde no nos mate el amor