("Es imposible ganar" Michael O'hara en «La Dama de Shanghai» de Orson Welles) Me confiesas tus dudas, me dices que no sabes de qué va el Invento, que esta broma pesada es obra más de la Locura que del Genio porque, cómo se explica, estar aquí matando poco a poco el tiempo mientras él va matando al mismo tiempo y poco a poco nuestros sueños. Y así es, ya lo ves, nada está al derecho todo está al revés, la pasión, la razón, al final son sólo carne de cañón. Carne de cañón... Me hablas del ser humano, de Mr. Hyde y Dr. Jekyll cuerpo a cuerpo, dando paso a la ciencia capaz de separar lo malo de lo bueno; casi como los dioses que en él se miran corno si fuera un espejo... pero a veces los mata y acaba convirtiendo el cielo en un infierno. Dices que el semejante es como otra manera de ser uno mismo, que lo que nos separa es algo tan endeble como lo distinto; tan sutil diferencia no es causa para que yo sea tu asesino. Qué maldito pecado merece la condena de tanto castigo.