Recuerdo el rostro de mi padre como un hueco en la muralla, sábanas manchadas de barro, piso de tierra. Mi madre día y noche trabajando, llantos y gritos. Jugando al ángel y al diablo jugando al hijo que no va a nacer, las velas siempre encendidas hay que refugiarse en algo. De dónde sale el dinero para pagar la fe. No recuerdo que desde el cielo haya bajado una cosecha gloriosa ni que mi madre hubiera tenido un poco de paz, ni que mi padre hubiera dejado de beber. Al pobre tanto lo asustan para que trague todos sus dolores para que su miseria la cubra de imágenes. La luna siempre es muy linda y el sol muere cada tarde. Por eso quiero gritar: No creo en nada sino en el calor de tu mano con mi mano, por eso quiero gritar: No creo en nada sino en el amor de los seres humanos. Quién puede callar el latido de un corazón palpitando o el grito de una mujer dando un hijo. ¿Quién?