En un pueblito del sur, un grandote de cogote, me fundió en su risa a mares, me hizo andar en su locura, esperando trenes que no existen, escuchando música de luna, soportando a los demás. Pasó tiempo en este pueblo, los cimientos no se borran, las pisadas del camino, le grabaron su destino. En un pueblito del sur donde el viento tiene apuro, quiso andar a mil por hora, como un chico sin su padre, sonriendo entero hasta el más bruto, empujando fuerte a la vida, escuchando a los demás. Crecen árboles que saben de tu suerte, todo el tiempo sigue andando a tu pesar, no importa el sitio donde estés, te vuelvo a ver, y vuelvo a ser feliz... El sombrero ya duerme, y sus botas no caminan, no ha terminado el sueño y el mar canta sus canciones. No pretenda el pueblo ser el mismo, y las estudiantes que te nombren, hagan algo al recordar. Y ese hombre aquí en mi pecho se haga pájaro un momento al acordarme que los años, que han pasado así en silencio. Vuelvan lúcidos de genio como el tiempo...