Cuarenta cartones pintados con palos de ensueño, de engaño y amor. La vida es un mazo marcado, baraja los naipes la mano de Dios. Las malas que embosca la dicha se dieron en juego tras cada ilusión, y así fue robándome fichas la carta negada de tu corazón. ¡Hagan juego! Monte criollo que en tu emboque tu ternura palpité. ¡Hagan juego! Me mandé mi resto en cope y después de los tres toques con tu olvido me topé. Perdí los primeros convites parando en carpetas de suerte y verdad. Y luego, buscando desquite, cien contras seguidas me dio tu maldad. Me ofrece la espada su filo, rencores del basto te quieren vengar. Hoy juego mi trampa tranquilo y entre oros y copas te habré de olvidar.